viernes, 1 de abril de 2016

El protocolo y la resolución de conflictos

Hoy he escrito un post, en mi blog personal y me voy a permitir que algunas reflexiones de las que ahí he plasmado me den pie para esta entrada.

En el subrayo que en una situación de "crisis", el estar vinculada estrechamente al protocolo me ha ayudado a relativizar, serenar los nervios y encontrar soluciones rápidas.

Diría yo que el protocolo te ayuda a responder de una manera más eficaz.

En cualquier evento los imprevistos están a la orden del día, uno no se puede permitir perder los nervios, hay que solucionar...

Ya se ha repetido hasta la saciedad que conviene tener, no sólo, un plan B, sino un C, un D y si me apuras un E, contemplar todos los supuestos nos ayuda a resolver los conflictos de una manera mas certera, pero también es verdad que hay situaciones que se escapan a nuestras previsiones más insólitas , bien por absolutamente anómalas, bien por inesperadas. 
En esos momentos es cuando hay que mantener la calma y actuar con diligencia, sacar encima de la mesa esa profesionalidad que nos acredita,  poner en marcha nuestras neuronas y solventar sin miedo. 
Solamente, estando serenos y seguros de nosotros mismos, seremos capaces de ver los pros y los contras de cualquier posible alternativa.

Una de las características de un buen "protocolero" es ser solucionador de conflictos y mago del buen hacer ...

Por eso, por ser buenos solucionadores de conflictos es por lo que educadamente, y con una gran dosis de asertividad, nos hemos dirigido al ministro Margallo para expresar nuestro descontento ante sus afirmaciones, que creo desacertadas y muy poco originales...
En cuanto a su comparación protocolo-terrorismo , quizás tenga parte de razón, pero solamente en que los que nos dedicamos a esto usamos una gran arma, el protocolo, pero para alcanzar  la convivencia y la concordia.
En cualquier caso y con todo respeto le diré al Sr. Ministro que haría mejor controlando sus palabras, lo que uno dice así, " a tontas y a locas", para hacer una gracia, a veces no solamente es que no tenga sentido, es que puede molestar gratuitamente a otros.

El respeto es pieza clave en cualquier situación, quién pierde formas, y respeto, pierde la razón.

En lo que respecta a la utilidad del protocolo, y aun a riesgo de repetir lo que ya han dicho muchos de mis compañeros, parece mentira que el Sr. Ministro no valore lo que hace ese equipo estupendo de protocolistas, que trabajan con él organizando sus actos internacionales, y consiguiendo que todo transcurra sin incidencias, sorteando todos los escollos que, distintas costumbres, culturas, hábitos, y normativas, de países tan diversos, presentan.
Ese clima de concordia, ese transcurrir sin incidencias no se produce por generación espontánea, se alcanza gracias a un grupo de profesionales que están atentos a solventar cualquier posible conflicto por pequeño que sea.

Como ha dicho bien María de la Serna el protocolo es una herramienta para la paz.

Otra característica de los "protocoleros" es reconocer los errores y enmendarlos, las crisis se gestionan afrontándolas, si nos equivocamos lo reconocemos y nos disculpamos, es la manera de suavizar el mal sabor de boca, es la mejor forma de reconducir un conflicto, a veces si uno se empeña en hacer como que no pasa nada, o intenta crecerse para intimidar al contrario, lo que consigue es el efecto opuesto.
Hay ocasiones en las que la humildad es la clave para conseguir que las aguas vuelvan a su cauce. 



Siempre, siempre, siempre, el protocolo está para mediar, para favorecer y para facilitar la convivencia, entre los distintos actores de la sociedad.

El que no sepamos usarlo como corresponde no le resta valor.

El protocolo bien orquestado minimiza los riesgos.

Como en el antiguo dicho, al protocolo hay que conocerlo para quererlo... 
Preocupémonos en saber realmente de que se trata para poder sacarle todo a la utilidad que tiene. 




No tomarás mi imagen en vano

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