lunes, 20 de febrero de 2017

La atención es un plus! (#ProtocoloBCN17)



Cuando la atención es cuidada la reacción es siempre más positiva

El sábado tuvimos un encuentro de protocoleros, uno de esos que nosotros  llamamos «quedada». 
Si, quedamos para compartir de todo un poco, risas, ideas, recuerdos, y sobre todo amistad entre profesionales, ya que además de que siempre aprendemos, la complicidad que se genera cuando lo único que mueve es el placer de pasar un rato juntos siempre crece.

Esta vez la cita fue en Barcelona, maravillosamente organizado por Marta Protocolo con la colaboración de ACPRI y la EIP de Barcelona, a quienes doy las  mas efusivas gracias.



Tuvimos la suerte de visitar la  Sagrada Familia acompañados de dos personas del equipo de Relaciones Institucionales que nos explicaron todo su trabajo al detalle, pero eso queda en nuestro cuaderno de «secretos protocolares», no siempre se pueden revelar las tripas de cada servicio... lo que si puedo decir es que saqué como conclusión que realizan un gran trabajo y que en ocasiones, dada la cantidad de gente que visita la catedral, es muy complicada la organización y más cuando no es preparada con el tiempo necesario por retoques de agenda. Pero esa es buena parte del trabajo de los profesionales de protocolo, la improvisación de la que solo se sale airoso, no como piensan algunos con sentido común, que también, sino con una gran dosis de conocimientos y profesionalidad.



La iglesia un espectáculo de luz y color, de detalles, de imaginación, de simbología, uno de esos lugares donde uno se queda extasiado contemplando y todo tiempo te parece poco ya que cada rincón merece un punto y aparte.


Los reflejos de las luces con sus distintos colores consiguen un efecto integrador entre visitantes e interior, uno se siente parte del todo, no me extraña que haya quien osadamente proponga realizar eventos que nada tienen que ver con lo religioso, es un lugar sobrecogedor, lleno de fuerza y de majestuosidad.

Tras finalizar la visita, nos dirigimos a algo mucho más mundano, a yantar, el lugar escogido fue el Hotel Casa Fuster, un emblemático edificio modernista de Doménech i Montaner, situado en el Paseo de Gracia.

¿Sabéis esa sensación que uno tiene cuando entra en lugar donde es recibido con amabilidad por el mero hecho de cruzar su puerta?, ¿esa que te lleva a responder al saludo de bienvenida con una amplia sonrisa?, pues esa tuvimos todos, un placer entrar en ese edificio tan señorial, cargado de atenciones para los huéspedes pero también para aquellos que como nosotros fuimos solamente a comer.

(Foto de la web del hotel http://www.hotelcasafuster.com/)


Un comedor precioso, para nosotros solos, siempre bajo la discreta mirada de los camareros y el maître,  atentos a cualquier mínimo requerimiento, un menú delicadamente preparado, incluido el mio que tenía características especiales, del que se preocuparon continuamente.

Al finalizar la comida nos enseñaron el hotel, nos contaron su historia y su manera de proceder, en reuniones, actos y cualquier requerimiento.


La señorita que nos acompañó encantadora, en su lugar, sonriendo ante nuestras bromas y respondiendo con profesionalidad a nuestras preguntas.
Quedó claro que su prioridad son los clientes del hotel y sus necesidades, a los que ellos atienden aunque supongan maquillar espacios del hotel.



 La preciosa terraza mirador, te regala unas increíbles vistas panorámicas de Barcelona.


Los detalles cuidados en su interior, la iluminación, la decoración, lo último en tecnología, la biblioteca, el jazz, lo convierten en un espacio muy especial.






Yo pensé que faltaba algo más de luz o de alegría en el interior, pero la verdad es que creo que esa «carencia» ayuda a que el hotel esté recubierto de un halo mágico que es lo que lo transforma en un lugar único.



Al despedirnos nos obsequiaron con unas monedas de chocolate blanco y negro con el emblema del hotel, algo sencillo pero muy delicado. Un detalle para terminar de endulzar nuestra visita.


Finalizamos nuestro día visitando la exposición de El Celler de Can Roca «De la Terra a la Lluna» en el Palau Robert, una muestra de la creatividad, la profesionalidad y sobre todo del amor a la cocina de sus creadores.
Detalles llenos de magia, humor y sabiduría, perfectamente distribuidos por las salas, un recorrido muy bien pensado y muy ameno de seguir.





Y así una temporada más terminó nuestra «quedada» de profesionales amigos, que comparten, cultura, protocolo y amistad!

Y por cierto, echamos de menos a muchos, ojalá la próxima vez os animéis a acompañarnos, es también una bonita manera de afianzar lazos y eliminar obstáculos que a veces, inexplicablemente, nos separan.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjame tu comentario. Gracias!